El arte siempre refleja el interior del artista. De un modo u otro cada pintura, cada boceto, cada sombra y cada textura reflejan la vision de la realidad y el mundo, el interior y el subconsciente de su autor. No importa que hablemos de una obra hiperrealista de Antonio López o del cuadro mas abstracto de Miró, todos siguen esa premisa. 
Y dando un pasito más allá, pensar cómo las enfermedades o minusvalías afectan o modifican la obra del autor es un tema que siempre suscita intrigas. Podríamos citar el caso de la sordera de Beethoven en el ámbito de la música. Uno de los destacados en este sentido en el campo de la pintura es Monet.

Claude Monet. Una de las muchas versiones de la costa de Etretat.


 


Aunque no sea algo muy conocido para el gran público, Monet sufrió cataratas en la madurez y ésto se refleja claramente en las obras que produjo en aquella época (comenzó a sufrirlas hacia 1910 y fue operado una década más tarde). Parece sarcástico hablar de una minusvalía en la vista de un pintor como el gran Monet, pero es muy ilustrativo ya que por un lado se conserva el registro clínico y desde un punto de vista personal Monet relataba de forma minuciosa su pérdida de visión y cómo ésto afectaba a sus obras pero sobre todo a su carácter y su estado de ánimo.

Clade Monet, Saint-Georges Majeur au crépuscule,1908

 

Claude Monet (1840- 1926) comenzó a notar problemas con su visión durante el año 1908 en un viaje a Venecia, Percibió que los colores habían cambiado, pero fue en 1912 cuando su visión cayó notablemente y un oftalmólogo, el Dr. Jean Reviere, hizo el diagnóstico de catartas. En esencia, cuando una persona sufre cataratas sus cristalinos se opacan y van adquiriendo un tinte amarillento (con el tiempo marrón rojizo), que actúa de filtro para los colores y modifican especialmente la percepción del color azul. Por esta razón los cuadros de Monet fueron adquiriendo un matiz rojizo, sobre los que el propio artista decía que se habían vuelto “odiosamente falsos”.

Una vez hecho el diagnóstico, se le aconsejó esperar hasta que la catarata madurase ya que en aquella época la técnica empleada para la enfermedad necesitaba esperar que la catarata adquiriese cierta “consistencia” para poder retirarla a través de una incisión corneal. Además Monet no era lo que diríamos "un buen paciente" y temía operarse, aunque finalmente, y acongojado por sus obras tenebrosas plagadas de marrones que le ocasionaban ataques de furia en los que las destruía, decidió operarse.

Tras la intervención, Monet se quejaba continuamente de la nueva visión que lo invadía de azules y violetas “colores exagerados y terroríficos” que convirtieron su “vida en una tortura”, sin embargo para la época en la que estaba el resultado óptico era bueno.


Sus problemas visuales cambiaron su obra, que se hizo menos figurativa y con colores más audaces. Así influyó la evolución del arte pictórico hacia el Postimpresionismo y Fauvismo.  De acuerdo con algunas fuentes, Monet nunca aceptó operar el ojo izquierdo, pero volvió a trabajar de lleno con su gafa de afaquia entrando, según sus propias palabras, en una segunda juventud hasta su muerte. A partir de entonces Monet llevaba unas gruesas gafas tintadas que corregían parte de esa "invasión azul" que tanto aquejaba, de nombre científico afaquia.

Tomemos como ejemplo la evolución del puente de Giverny sobre el estanque de nenúfares para ver las diferencias. La primera versión de 1899, la segunda con cataratas de 1922 y la tercera con afaquia en 1926.



Fuentes: Ojo clínico, Scielo, Museo Thyssen, Musee d'Orsay
+info Monet: http://giverny.org/monet/welcome.htm
                    http://www.epdlp.com/pintor.php?id=315